Nunca imaginé que Cusco sería como un mágico laberinto en el que, lejos de perderme, me encontraría a mi mismo. Y es que, mientras vivía en Lima, escuché demasiadas cosas sobre la Ciudad de los Incas.
Pero hoy, ya establecido aquí, solo puedo afirmar que nadie puede decirte cómo conectar con Cusco, y mucho menos cuándo. Personalmente, no quiero irme de esta ciudad por muchas razones.
Y es que, cuando por fin encuentras esa «conexión con la tierra» que soñaste tanto, ―hallándola no solo a través de la naturaleza, sino también en vestigios de pasado que, en cada calle, buscan tu atención―, simplemente no quieres volver a ninguna gran ciudad para seguir con la rutina típica de grises urbes.
CONEXIÓN CON LA HISTORIA Y LA TIERRA
Cuando digo que Cusco es como un laberinto mágico es porque, caminando hacia el centro de la ciudad, puedes apreciar diferentes tiempos dibujados entre estrechas calles con base de piedra inca, sosteniendo muros coloniales. Encuentras siglos de historia: allí, ¡delante tuyo!
Hay incontables construcciones hechas de materiales de diferentes épocas: es inevitable no querer fotografiar los muros levantados en piedra, adobe y concreto; fusión que comprueba de que estamos recorriendo el mismo camino que muchos recorrieron antes y que muchos otros andarán, buscando su propio destino dentro de las entrañas de lo que muchos llaman “El ombligo del mundo”.
I sink under the weight of the splendour of these visions!A wonderful serenity has taken possession of my entire soul, like these sweet mornings of spring which
“Durante el gobierno del noveno inca, Pachacutec Inca Yupanqui, el Cusco fue ordenado en «4 suyos»: Chinchaysuyo, Antisuyo, Collasuyo y Contisuyo. Al mismo tiempo, el centro del territorio ―lo que hoy es Cusco-centro―, se configuró bajo la figura de un puma, dividiéndose en 3 componentes básicos: el centro del poder, las áreas de cultivo y los barrios satelitales.
Si observamos la ciudad desde el Mirador del Cristo Blanco, ubicado en la cima de la colina Pukamoqo (Colina roja), sobre los barrios tradicionales de San Cristóbal y San Blas, podemos ver la figura del inmenso puma al que muchos cronistas se refieren. Y, si nos fijamos bien, nos daremos cuenta de que el ombligo del puma coincide con la Plaza Mayor de Cusco. Eso significa que el «ombligo del mundo» también es el ombligo del puma. Algo que ahora tiene mucho sentido para mi.
Nunca me voy a cansar de ver la sonrisa sincera e introspectiva de tantos viajeros que salen de sus ciudades, países y continentes para conocer esta mística ciudad, buscando romper con una rutina ―tal vez― muy parecida a la mía antes de decidirme a ir más allá.
Y puedo decir que escuchar tantas lenguas y conocer tantas culturas, hacen que este laberinto lleno de lugares y seres mágicos enriquezca mi espíritu de una manera especial que espero transmitir, poco a poco, por aquí: tu ciberlugar sobre la mágica ciudad de Cusco.